Textos de medicina
El
uso de eufemismos en este ámbito tiene como función el intentar reducir el
impacto en los pacientes, sin embargo, en su afán “humanizador” provoca por un
lado, la incorrecta transmisión de la gravedad de la patología y por otro lado,
que el público interesado no entienda en su totalidad qué es lo que se le está
diciendo
“Era
el temido baile de San Vito, una alteración psicológica especialmente
contagiosa en grandes concentraciones de personas y que desataba visiones y
alucinaciones, provocando episodios de locura entre los afectados que se movían
y retorcían de forma compulsiva.”
Esta expresión aparece en una página Web llamada informe21, publicado por el periódico ABC, dirigido a un público
general pero que tiene interés en la información sanitaria de divulgación
general.
Es
un recurso frecuentemente utilizado cuando en los informativos se hace
referencia a un estado de locura más o menos aguda. A veces se utilizan los
eufemismos no sólo por motivos políticos, sino también, porque expresiones que se
utilizaban con normalidad tradicionalmente hoy en día no son aceptadas por
considerarse discriminatorias para el colectivo de las personas afectadas
(subnormal, marica….). En este caso, el término “loco” ha sido completamente
separado del ámbito de la psiquiatría en el marco de una necesaria campaña de
lucha contra el estigma, porque hoy en día
estas enfermedades comienzan a ser vistas más como lo que son, esto es enfermedades
como otras cualquiera, y no como asuntos que tengan que ver con demonios,
espíritus, etc., que hasta hace pocos años les separaba de la sociedad.
Hoy
en día, por tanto, la referencia a personas afectadas de trastornos mentales se
realiza a través de expresiones como “alteraciones psicológicas”, “trastornos
de la personalidad” etc., y puede que esto sea debido a la difícil comprensión
por parte de la ciudadanía en general del verdadero significado de términos como
“esquizofrenia” “psicosis” o “trastorno bipolar”, que se utilizan
frecuentemente como elementos insultantes con respecto a otras personas. Para
evitar eso, los medios de comunicación general simplifican el recurso a estas
denominaciones refiriéndose a estas enfermedades con los eufemismos que he
citado anteriormente.
“El consejero de Presidencia y Justicia del Gobierno de Aragón, Roberto Bermúdez de Castro, ha reiterado que el Ejecutivo "va a cumplir la ley" de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, "nos guste más o nos guste menos", y ha calificado de "irresponsable" la decisión de las clínicas privadas aragonesas que hasta ahora practicaban abortos de dejar de hacerlos para el Servicio Aragonés de Salud (Salud) desde el pasado 3 de mayo.”
En
este caso se utiliza el eufemismo “interrupción voluntaria del embarazo” para
no decir la palabra “aborto”. Se trata, una vez más, de un recurso a una
escapatoria para evitar utilizar la palabra “aborto” con tanta saña denostada
por los fuertes poderes contrarios al derecho al aborto. Así, mientras los
partidarios de este derecho hablan sin tapujos de “aborto libre” público y
gratuito, sectores como la jerarquía eclesiástica o la derecha más retrógrada,
condenan al infierno y tachan de pecado el recurso al aborto, sea cual sea el
tiempo de embarazo y las circunstancias personales de la mujer embarazada. Ello
lleva a que los gobiernos responsables de impulsar iniciativas legislativas
tendentes a regular este tema, rehúyen recurrir a la expresión “aborto” para
sustituirla por el eufemismo “interrupción voluntaria del embarazo” y, muchas
veces, incluso por sus silgas IVE. Un ejemplo elocuente de lo que acabo de
decir se encuentra en la propia página Web del Ministerio de Sanidad y consumo,
que precisamente en una nota de prensa en la que anuncia un estudio sobre los
comportamientos sexuales y la utilización de medios anticonceptivos por parte
de los jóvenes, lo justifica precisamente diciendo que se trata de disminuir
las interrupciones voluntarias del embarazo.
Llamar
a un aborto interrupción voluntaria del embarazo, sin duda alguna, es un
eufemismo que no refleja la tragedia de un aborto provocado, que si no fuera
por las circunstancias en las que se encuentran las mujeres condenadas a
sufrirlo, de ninguna manera sería voluntario. Así, habla de interrupción como
si fuera darle al off a un interruptor, voluntaria, como si fuera
algo deseado, y habla de embarazo y no de aborto. No caben más eufemismos en una
sola expresión.
De
todas formas, el ámbito de la sexualidad es una mina especialmente inacabable
de eufemismos.
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