martes, 26 de noviembre de 2013

Crítica

'Isabel': un siglo XV abaratado 

Ficha técnica: 


Dirección: Jordi Frades
Producción ejecutiva: Jaume Banacolocha
Intérpretes: Michelle Jenner, Rodolfo Sancho, Pablo Derqui, Bárbara Lennie, Pedro Casablanc , Ginés García Milán, William Miller, Ramón Madaula, Víctor Elías.
Guión: Javier Olivares, Joan Barbero, Jordi Calafi, Pablo Olivares, Salvador Perpiñá, Anaïs Schaaff
Género: Drama histórico. España, siglo XV.
Duración: 25 episodios 

        La serie “Isabel” -buque insignia de la producción propia de la 1 de TVE- procura mantenerse cerca de los acontecimientos históricos que jalonaron el reinado de los Reyes Católicos, con las lógicas licencias de una serie de ficción. Y lo logra razonablemente. Sin embargo, el resultado final se ve mermado por el escaso esfuerzo de producción en lo que se refiere a decorados y figurantes.

         En efecto, frente a cadenas como la BBC, donde tienen por principio cuidar al máximo las localizaciones e invertir cuanto sea necesario para dotar de realismo a los escenarios, en España -será por la crisis- para el espectador avezado llega a formar parte de su entretenimiento detectar, episodio tras episodio, las carencias del atrezzo.
         La imaginería popular, la grandeza con la que se nos ha presentado siempre a Isabel y Fernando, chocan en esta serie con la presentación de una corte de un tamaño ridículo. La Sala de Audiencias y los aposentos de sus majestades no son más grandes que el comedor de los Alcántara en “Cuéntame cómo pasó”. Por el palacio del rey deberían pulular nobles con elegantes ropajes y la altivez propia de su condición tatuada en el cuerpo. En cambio, no solemos ver más de cinco o diez personajes en la misma escena… Excepto en el campamento de guerra, donde el poderoso y temible ejército de los Reyes Católicos, que culminó la expulsión de los mucho más cultos y avanzados árabes de la península, es representado por no más de 20 o 30 caballeros, lo que en todo caso da muestra risible de la increíble pericia guerrera de Doña Isabel de Castilla y Don Fernando de Aragón. 
          A su vez, en el momento en el que vi aparecer a la veinteañera actriz Michelle Jenner en pantalla con ese vestido blanco y sus ojos serenos, pensé que la serie iba a gustarme. Lástima que el pueblo que se postró ante ella para mostrarle su admiración y respeto ante tamaña belleza y majestad no constara de más de 50 personas desharrapadas. Sin contar con que la actriz muestra una notable habilidad para mantener el mismo tono de voz en las situaciones de enfado, en las de alegría, en la intimidad de su alcoba o en las audiencias reales.
       En defensa de la serie, he de decir que no todos los actores carecen de sangre en las venas: de hecho, únicamente atribuiría este defecto a la reina -lo que no es poco llamándose la serie “Isabel”- y a su hermano Alonso, representado por el antiguo actor de Los Serrano, Víctor Elías. Eso sí, como hermanos, tal para cual.
      El resto se salvan, destacando por encima de todos el actor Ginés García Milán, que retrata magistralmente al manipulador y malvado Juan Pacheco. Y Pedro Casablanc, que encarna de manera exquisita al inteligente Arzobispo Carrillo, consiguiendo ambos una verosimilitud en sus escenas que consiguen embaucar al espectador.
        También ayuda a la dignidad de la serie que en los 25 capítulos emitidos hasta ahora, que abarcan el período que discurre desde la juventud de la reina Isabel hasta su coronación, pasando por su matrimonio con Fernando de Aragón y las guerras civiles,  el rigor histórico es razonable, teniendo en cuenta que no se trata de un documental. Para comprobarlo, no hace falta más que ver las escenas morbosas que dan el imprescindible toque de erotismo que requiere toda serie de ficción que se precie.
          Pero, grosso modo, los hitos principales de esta parte de nuestra historia quedan adecuadamente reflejados en la serie: los Reyes Católicos desempeñaron su reinado, al igual que muchas monarquías a lo largo de la historia, rodeados de engaños, estrategias, consejeros hábiles, ambiciosos estúpidos, rencillas, batallas, conspiraciones e influencias, lealtades y traiciones, derrotas y victorias que, capítulo a capítulo, se han ido reflejando para darnos una idea cabal de la vida en la corte y en la España de la época, manteniendo la tensión necesaria en la trama. Todo ello, además, acompañado  de manera impecable por una acertada banda sonora interpretada por el propio Coro y Orquesta de RTVE.
         Lástima que los aposentos de los reyes sean pequeños para monarcas, que todo esté demasiado limpio para la época, que los efectos digitales de los castillos no engañen a nadie (ya podrían tomar nota de “Juego de Tronos”: ¡eso sí que son efectos digitales!). Y la iluminación… se nota que detrás de todo ello hay focos más grandes que el castillo de Enrique IV (aunque eso no sería muy difícil, visto el tamaño). Pero ¿qué se podía esperar de una serie que está limitada de presupuesto?  Afortunadamente, al menos el vestuario es impecable y justo representante del siglo XV español. Punto positivo, sin duda. No es de extrañar que se haya expuesto en El Museo del Traje de Madrid. El diseñador Pepe Reyes puede estar orgulloso. 

      En definitiva, con sus defectos y virtudes, la serie “Isabel” se deja ver y nos muestra de manera entretenida y novelada una parte apasionante de la historia de España. Y, además, podemos jugar mientras la vemos a detectar y criticar las carencias de atrezzo. Dos entretenimientos por el precio de uno. 




viernes, 11 de octubre de 2013

Noticia carrera familiar


Algorta acoge la primera Carrera Familiar de Getxo

La lluvia cayó insistente contra los participantes, pero ellos no se resignaron  

Algorta congregó a cientos de familias el pasado 6 de octubre a las 11 de la mañana en Ereaga con motivo de la primera carrera familiar de Getxo, organizada por El Correo. A pesar de la lluvia, asistieron mas de mil personas para correr con sus familiares y amigos por una buena causa: recaudar dinero para las Hermanas de la Caridad del Puerto Viejo, las cuales ofrecen servicios de comedor e higiene a personas excluidas.

El recorrido constaba de un circuito de kilómetro y medio. Se podían dar un máximo de cinco vueltas (7.5 km), sólo había una condición: empezar juntos y acabar juntos. El objetivo de la carrera era solidario, pero también había una segunda intención: unir familia y deporte en un solo día sin afán de competición. Un recorrido para todas las edades, en las que podían participar las tres generaciones, y antes de correr se ofreció una guía de estiramientos para los que quisieran calentar antes de poner las piernas en marcha.

Los grupos tuvieron un mínimo de dos componentes y un máximo de diez. Cada miembro del grupo llevaba el mismo número de dorsal y cada generación se distinguió por colores: los de una generación llevaban color azul, los de dos verde y los de tres roja.

Los de la primera generación podían estar compuestos por hermanos, novios, matrimonios y amigos… los de la segunda constaban de padres a hijos o tíos, mientras que los de tres iban desde abuelos hasta nietos.

La carrera estaba patrocinada principalmente por Seguros Bilbao. Seguidos por el sponsor de EDP, Artea y Sanitas. Eso sí,  cada familia tuvo que pagar 6 euros por inscripción, con lo que las monjas han recaudado un total de 1.578 euros. Así, Sor María José dijo que ese dinero les venía muy bien para ayudar a los que “mas lo necesitan”. Entre los participantes estuvo Aitor Ocio, que acudió al evento con su hija, aportando también su granito de arena a estas Hermanas de la Caridad.

Los más pequeños estuvieron en una situación de privilegio: se instaló un tobogán hinchable gigante y se sortearon bicicletas para ellos. Se podría pensar que llevar a cabo este acontecimiento fue algo complicado, pero según el responsable municipal de Deportes, Álvaro González, no hubo problema alguno para dar el consentimiento a El Correo. De hecho dijo que le pareció una “estupenda idea”.


viernes, 17 de mayo de 2013

Reportaje "Disminuidos intelectuales"


La historia de la superación

Los disminuidos intelectuales cuentan con ayudas por parte del Gobierno Vasco y con apoyos por parte de los centros de enseñanza y las empresas


           Alicia nació con una discapacidad que no le permitía relacionarse adecuadamente con el resto de sus compañeros. Sus profesores veían que no avanzaba: no se comunicaba, no interactuaba con los demás ni con el entorno en general. No podía disfrutar de sonoras risas con sus amigos, de gestos cariñosos por parte de sus profesores o de actividades como jugar a baloncesto o preparar una buena comida para degustarla más tarde. Pero llegó un buen día en el que empezó a hablar, empezó a leer y a sonreír, y ahora es un adulta cariñosa y agradable que se relaciona perfectamente con los demás.
            Esta es la historia real de una niña con discapacidad intelectual, pero bien podría ser la de tantos otros como ella que también han tenido que pasar por un proceso de aprendizaje y adaptación. Para ellos es más difícil entender el mundo que les rodea, y por mucho que no queramos verlos, se encuentran entre nosotros. 

             Como todos los centros públicos del País Vasco, el instituto Julio Caro Baroja de Getxo -conocido como Getxo 1- cuenta con una educación especial: hay varias salas que se utilizan exclusivamente para la atención de estos chavales. Jose Antonio Beobide, director del instituto, cuenta que esa formación existe aproximadamente desde que se implantó la LOGSE en el año 1990. Beobide afirma que fue a partir de entonces cuando se promovió esa integración social: “antes, de alguna forma, se tendía a separar a los alumnos de necesidades educativas especiales, o se movían a centros especiales”. Hoy no es así. En el caso concreto del Getxo 1, disponen de las llamadas aulas estables, que es a donde van los disminuidos intelectuales a recibir una educación especial: una educación que varía en función del profesor, según cuenta Amaia Angulo, profesora de educación especial del Getxo 1: “hay quienes se centran más en conocimientos. Depende un poco de cada uno y quién trabaje en el aula. Sí que tenemos una programación y un proyecto de aula en el que marcas qué es lo que quieres conseguir con esos alumnos... luego la forma de conseguirlo varía”. Como dice ella: “cada maestrillo tiene su librillo”.
            Amaia Angulo imparte sus clases en un aula repleta de cajas etiquetadas por “revistas” y “manualidades”, puzzles de todo tipo de tamaño y color, libros de lo más variopintos, dos ordenadores, un horno, un microondas y una vitrocerámica; nada de esto sobra para que sus alumnos aprendan día a día y disfruten.
            Ella lleva desde el año 1979 trabajando en este ámbito. En concreto, se encarga de talleres y habilidades para la vida cotidiana. Explica: “esto es lo que les va a ser de mayor utilidad, lo que les va a hacer ser capaces de salir, de andar por la calle, de ir a comprar y que no les engañen: de ser capaces de relacionarse”.
            Angulo es muy consciente de los posibles problemas de relación entre sus chavales. Sabe que pueden presentar problemas de adaptación durante los primeros días de enseñanza, aunque en una media de cuatro días ya se han asentado.
            Estas dificultades se presentan normalmente como un rechazo al grupo, al adulto o a la actividad que se está programando: “no quieren estar con gente que no conocen, no quieren participar en cosas que para ellos son raras o extrañas”.  Pero de eso se trata: de conseguir que se adapten a la vida cotidiana, que se relacionen con su entorno con la máxima naturalidad.

El mundo que nos rodea

            Uno se puede preguntar cómo lo hacen, en qué consiste esta educación para la vida. La profesora del Julio Caro Baroja contesta: “en experiencias englobamos todo aquello que nos rodea. Empezamos con cosas muy básicas como, por ejemplo, los alimentos; partimos del “yo como el pan, pero no sé de dónde viene, yo tomo la leche, pero tampoco sé de dónde viene. Entonces, investigamos la procedencia de cada cosa”. Y van al campo: ven el trigo y cómo se muele, ven ordeñar a las vacas y cómo se envasa, y así con todo, lo mismo el pescado que la carne.
             Este aprendizaje les puede llevar todo un trimestre, porque hay que tener en cuenta que el trabajo “es muy lento”, pero una vez que acaban el temario ya poseen los conocimientos necesarios como para entender este mundo nuestro, y poco a poco van avanzando.
            Una vez a la semana, salen a hacer la compra. Escogen una receta de cocina que les interese hacer, los miércoles la ven, tienen que apuntar qué es lo que hace falta comprar y qué cantidades son necesarias; con esto, hacen la lista de la compra y una aproximación de lo que puede costar. Calculan por grupos cuánto dinero van a necesitar y ya van a por sus productos. Si han calculado mal, se tienen que “buscar la vida”: de esta forma manejan la vida cotidiana, ponen en práctica las matemáticas, y tienen la oportunidad de relacionarse con otras personas que no sean del instituto. Y hasta ahora, nunca se han presentado problemas.

Después del colegio

            Pero esto es sólo el comienzo de su enseñanza. Los centros tienen convenios con empresas como Lantegi Batuak, a donde mandan a sus alumnos para empezar prácticas, en función de su grado de discapacidad. Algunos ni siquiera pueden acceder a un aula de aprendizaje de tareas, sino que directamente, por la gravedad de su invalidez, pueden derivar a centros de día, también conocidos como centros ocupacionales, apunta Beobide.
            Según las últimas memorias publicadas por Lantegi Batuak en su web, en diciembre de 2011, 2.692 personas formaban parte de la empresa. De éstas, el 86% eran personas con discapacidad, y en concreto, un 65% con discapacidad intelectual.
            Como explica el Director de Unidad de Servicios integrados de Lantegi Batuak, Francisco José Martínez, para la selección de personal, lo primero que hacen es analizar el puesto, ver qué tipo de adaptaciones tendrían que hacerse, qué inversiones y qué recursos necesitan, porque una persona discapacitada, para sacar partida a todas sus habilidades, normalmente necesita un utillaje específico, asistentes sociales y psicólogos.
             En Lantegi Batuak trabajan en un ámbito laboral protegido, esto es, que la persona con discapacidad puede ejercer  una  actividad laboral que no podría desempeñar en el mercado ordinario. Aun así, una vez insertado en el centro especial de empleo, pasa a ser un trabajador de pleno derecho.
            Aunque hay ciertos problemas que las empresas ordinarias no acaban de entender - señala Martínez- y es que la empresa necesita de las ayudas y subvenciones para llegar a la productividad que se exige. Alguna vez han alcanzado el valor 1, que es el valor de ser capaces de producir tanto como lo que gastan, aunque lo normal es que estén un 15% por debajo de lo que podría ser una empresa normal.
            Por eso, a Martínez le molesta que otras empresas les hayan llamado “competencia desleal” por el hecho de recibir ayudas, pero es que en el puesto de una empresa ordinaria, donde haría falta una persona, ellos tendrían que poner a tres: “nosotros lo necesitamos, porque si no, somos incapaces. Si la productividad es baja y además tenemos que poner nosotros los recursos, olvídate del tema”. 

            A pesar de ello, el ambiente de trabajo es bueno. Martínez relata: “puedes entrar en cualquiera de los centros y verás un ambiente de trabajo normalizado, aunque esto no quiere decir que a veces no salga el de turno por ahí y se ponga a tirar del pelo al otro o que se levante cualquiera y te de un beso o te diga “amigo” o te diga que el Athletic ha ganado ayer, pero es que somos dos mil y pico, y uno se puede imaginar que en un sitio u otro puede surgir cualquier imprevisto”. 
            No es el caso de Igor, que lleva dos años trabajando en Lantegi Batuak en el centro de Getxo, en el barrio de Andra Mari. Dice que está contento: “con este puesto de trabajo he conocido mucha gente maja y para mí supone dinero y relación con mis compañeros”. Se siente realizado, porque a la vez que cubre gastos también se entretiene fuera de casa.

El papel del Gobierno Vasco

            Jose Solé, encargado de comunicación del Departamento de Empleo y Políticas Sociales, cuenta que los principales programas puestos en marcha por el Gobierno Vasco en el ámbito de la discapacidad vienen dadas por Lanbide, que da preferencia a las empresas con trabajadores discapacitados en los procesos de contratación pública. Junto con la Asociación de empresas de Inserción del País vasco (Gizatea), desde Lanbide se estudia el modo de hacer efectivas las cláusulas sociales destinadas a promocionar el empleo de colectivos desfavorecidos.
            Hasta 2010, la posición dominante en cuanto a gasto destinado a los centros ocupacionales y centros especiales de empleo sobre el Servicio Público de Empleo Estatal (SPEE), pero desde la transferencia de competencias a Lanbide en 2011, el Gobierno Vasco asumió la financiación principal de estos centros.
            Solé cree que el Gobierno presta suficiente atención a las empresas encargadas de este ámbito: “la relación entre el Gobierno Vasco y las entidades representativas del sector es muy fluida y desde el Departamento se les dispensa una atención permanente, teniendo muy en cuenta sus necesidades, preocupaciones, sugerencias y aspiraciones”.
         Considera que, a pesar del recorte presupuestario motivado por la crisis económica, el desembolso previsto para este año mantendrá el empleo para las personas con discapacidad, y garantizará el mantenimiento de todos los puestos de trabajo de los centros especiales de empleo.
            Son éstas, sin duda, noticias positivas para estas personas con deficiencia intelectual y para los que se han encargado de su educación y cuidado durante años. El trabajo que tantos profesores realizan no es en vano. Aunque la profesora Amaia Angulo presenta una queja:me da mucha pena que tengamos tan poca relación con los grupos ordinarios, pero como están las cosas hoy en día es difícil plantear una opción para cambiarlo, aunque yo lo sugiero todos los años”, admite entre risas.
            Por lo menos se sabe, tal y como afirma Solé, que las relaciones del Gobierno Vasco con las entidades representativas del colectivo son fluidas y existe muy buena sintonía. Esas relaciones se dan de forma directa, a iniciativa del Gobierno Vasco, como en el marco de los órganos consultivos con que cuenta el Departamento de Empleo y Políticas Sociales, como es el caso del Consejo Vasco de Servicios Sociales (FEVAS.- Federación Vasca de Asociaciones a favor de personas con discapacidad intelectual o ELKARTEAN.- Confederación Coordinadora de Personas con Discapacidad Física de la CAPV)
            Solé apunta: “desde la óptica de Lanbide, la intención es mantener una comunicación directa y eficaz que permita el trabajo conjunto para facilitar el acceso a un puesto de trabajo por parte de personas con todo tipo de discapacidad, así como incrementar el número de los mismos”. Y en todos estos procesos, se tiene en cuenta a los propios protagonistas de esta historia, como Alicia o Igor. Ellos también tienen la opción de elegir lo que quieren hacer con su futuro, siempre que el grado de su discapacidad se lo permita.
Discriminación en las empresas
            Aunque hay una cuestión que ni el Gobierno Vasco ni Lantegi Batuak pueden solucionar, que es el hecho de la propia discriminación que sufren entre ellos los discapacitados por parte de las empresas. Según la Ley de Integración Social del Minusválido (LISMI), al menos el 2% de la plantilla de las empresas con más de 50 trabajadores contratados han de ser discapacitados, pero entre ellos se computan no sólo los intelectuales, sino también los físicos y sensoriales. Y he aquí el problema: las empresas normalmente no están dispuestas a contratar a un discapacitado intelectual, los prefieren físicos. Martínez expresa: “el objetivo que nosotros tenemos anualmente es que las empresas ordinarias contraten a 25 personas discapacitadas intelectualmente al año y después hacerles un seguimiento distanciado, pero ser capaces de eso nos cuesta dios y ayuda”.

            En cualquier caso, hay toda una pléyade de personas volcadas con este trabajo: comenzando por sus familias y siguiendo por profesores como Angulo y Beobide o empresas como Lantegi Batuak o Gorabide, asociaciones como Uribe Kosta o representantes del Gobierno, Diputaciones y Ayuntamientos, como Solé, se podría decir que, en realidad, lo que estas personas tienen de especial no es en absoluto su discapacidad, sino que, tal y como dice la 
primera persona con síndrome de Down que obtiene un título universitario en Europa, Pablo Pineda: “
lo que tengo de especial son unos padres y un entorno que han luchado por que sea lo más autónomo posible”. Y que así siga.