martes, 30 de abril de 2013

Reportaje "Desigualdad en el cine"


Desigualdad tras la cámara

Las mujeres trabajan en la industria del cine, pero son los hombres los que ocupan, en su mayoría, los cargos directivos (dirección, guión y producción), que es donde se decide qué se cuenta y cómo 


             Luces, cámara ¡y acción! ¿Y quién es la persona que lo dice? Cualquiera se imaginaría a Pedro Almodóvar, Woody Allen o Quentin Tarantino. Vamos: a un hombre. Esto es debido a que el mundo de la producción cinematográfica está dominada, salvo honrosas excepciones, por los varones. Según el estudio publicado por el Ministerio de Cultura el 20 de diciembre de 2011 (promovido por Dña. Ángeles González Sinde, ex Ministra de Cultura), en el que participó la Asociación de Mujeres Cineastas (CIMA), sólo un 7% de las películas estrenadas entre los años 1999 y 2008 (un total de 1.256) fueron dirigidas por mujeres. 

            El estudio revela casi las mismas cifras alarmantes por lo que se refiere a los guiones de las películas estrenadas entre 2000 y 2006, en los que sólo el 15% tenía participación femenina.
            Y eso en cuanto a dirección y guión, pero también se ve la desigualdad en interpretación. Basten dos ejemplos básicos y conocidos mundialmente como Los caballeros las prefieren rubias o American Beauty: películas con mujeres protagonistas que únicamente lo son por representar un objeto de deseo sexual por los hombres, más que por su talento interpretativo.
         Las actrices, llegadas a una edad madura, son generalmente apartadas del mundo cinematográfico, cosa que no ocurre con los actores Morgan Freeman, George Clooney, Anthony Hopkins, Michael Caine… Todos mayores de 50, incluso de 60 y 70, y están disfrutando de las mieles de su fama y de su éxito, firmando película tras película, mientras que Jacqueline Bisset, Michelle Pfeiffer, Candice Bergen y tantas otras grandes mitos del cine ya están camino del olvido, al menos del de los contratos, y han pasado a ser una mera cita en la gran Enciclopedia del Cine.
            Lo que es incuestionable es que la mayoría de actrices jóvenes que están en el estrellato tienen un buen físico. Como publican revistas y páginas web del estilo del 20 minutos, Cineralia o El Cine de Hollywood;  Scarlett Johansson, Halle Berry, Megan Fox o Charlize Theron se encuentran siempre entre las listas de las más famosas, pero  da la casualidad de que son todas ellas físicamente espléndidas. Lo dice el propio estudio del Ministerio: “la imagen estereotipada que de las mujeres ofrece el cine premia a las actrices más jóvenes y convencionalmente “guapas”, y excluye a las intérpretes en función de su edad o de un aspecto físico que no responde al patrón de belleza estandarizado”.
          A Amanda Good Hennessey, actriz en la película Rubberneck, guionista y profesora en la New York Film Academy de Harvard, le gustaría pensar que esta situación está cambiando: “mi esperanza es que a medida que continuemos enamorándonos de las actrices femeninas que no encajen en el típico modelo de Hollywood, querremos verles en la gran o pequeña pantalla para siempre. Esto también puede ayudarnos a apreciar más a actrices de todas las edades y estilos”.

            Pero, de momento, Good declara que hay menos oportunidades para las actrices a medida que envejecen, aunque también han empezado a surgir unas cuantas series que están centradas en mujeres alrededor de los cuarenta o mayores: The Good Wife, Law and Order SVU, entre otras. En cualquier caso, la profesora del New York Film Academy recalcó que es mejor ser una actriz de 20 años, aunque también porque es cuando hay “menos competencia”.  

Contexto social, psicología personal


            Frank Brückner, actor y guionista alemán de varias películas como Kinderwald, Zwei Tage Hoffnung y series como Der Puma – Kämpfer mit Herz (El puma, combatiente con corazón), cree que es un hecho innegable el que haya más oportunidades para los hombres que para las mujeres (aunque, aclara, en casi todos los oficios, no sólo en el cine), pero que cuando él escribe un guión tiene que considerar muchos aspectos. Entre ellos, las circunstancias históricas de los personajes, el contexto social, cómo se mueve el protagonista, cómo habla y cómo se viste. Por lo tanto, para él no es cuestión de ofrecer papeles más “brillantes” a mujeres o a hombres sino, teniendo en cuenta esos aspectos, quién encaja más o menos en esos roles.

            “Creo que hay muchas mujeres heroínas (no importa en qué ámbito sea), desde Marian Anderson a Golda Meir y Ángela Merkel, y estas sólo por nombrar a algunas. Todas ellas tienen una historia, y creo que deberían ser contadas”, afirma Brückner.
            Por su parte, Lise Raven, la mujer de este actor alemán, pero, sobre todo, directora de películas como Kinderwald y series como Mr. Bones y Women: Stories of passion, denuncia  que el mundo de la producción está dominado por los hombres. Para ella ha supuesto un trabajo extra obtener financiación para sus proyectos por el hecho de ser mujer, porque, como profesional en el mundo de la dirección, conoce a compañeros que no han sufrido lo que ella ha sufrido, a pesar de tener “menos experiencia” y ser “algo más desastrosos”.
            Tal vez por ello, Raven quiere a la fémina como protagonista: “suelo intentar promover el papel de la mujer en mis películas y series” (Women: Stories of passion, el título lo dice todo). Brückner, sin embargo, intenta fomentar tanto los papeles de mujeres como de hombres, porque para él, lo verdaderamente importante es que sean “personajes fuertes”.
            El actor que interpretó a Joe Borelli, Lucky Martin y Nick Barczak en la serie Ley y orden (1990), Edmund Wilkinson (además de ser el director durante cinco años del programa de actores en la New York Film Academy de Harvard), considera que las mujeres y los hombres no se pueden comparar a la hora de interpretar y dirigir. Opina que, al actuar, una mujer siempre está dispuesta a mostrar “más sentimientos que acción”. Concreta: “las mujeres se centran más en la mirada. Eso es importante en el cine, porque con ellas se puede decir mucho. Suelen ser más expresivas que los hombres”.
      ¿Y al lanzar el aviso de luces, cámara y acción? Wilkinson dijo que el rol femenino varía dependiendo de si quien dirige es hombre o mujer: “es evidente que si es una mujer la que dirige, ellas pasan a ser las protagonistas normalmente”.

Una sociedad prehistórica

            Brückner y Wilkinson entienden que esta orientación no igualitaria de género radica en una sociedad que siempre ha sido dominada por hombres. Ellos iban a cazar y a buscar comida mientras las mujeres se quedaban en casa para atender la propia y los niños, y ello ha afectado a todos los ámbitos de la vida.
            “Esto ha cambiado profundamente, especialmente durante y después de la segunda Guerra Mundial, cuando la falta de hombres en el trabajo forzó a las mujeres a subsistir por sí solas. Aun así, comenzados los años 50, se volvió a empujar a las mujeres al rol tradicional de amas de casa y madres”, afirmó Brückner. Y “es curioso”, porque, según él, ese estereotipo tiene efecto en los guiones.
            Como lo tiene también el de ver a la mujer como un mero objeto sexual. El propio estudio lanzado por el Ministerio menciona este dato: “Primero: hay muchísimos menos personajes femeninos que masculinos. Segundo: mientras que los personajes masculinos se definen por características humanas, no sexuadas (el avaro, el ermitaño, el misántropo, el peregrino, el traidor, el mártir, el hombre artificial...), los femeninos solo existen en función de sus relaciones con los hombres, principalmente a través de la sexualidad: la bella indiferente, la mujer fatal, la esposa difamada, la prostituta de buen corazón... Y los argumentos que ponen en escena a dos o tres personajes se centran también en lo masculino: hermanos enfrentados, hijo en busca del padre, hombre entre dos mujeres”.
            Todos recordamos la escena en la que el viento que sube por la rejilla del metro levanta el vestido blanco de Marilyn Monroe, y se muestran sus rumbosas piernas en La tentación vive arriba (una vecina “tan sexy como ingenua”) o a Julia Roberts en Pretty woman bajando por una calle de Beverly Hills mientras todos los hombres con los que se cruza sufren un esguince cervical tras intentar mirarle el trasero.
            Amanda Good cuenta que los estudios pueden llegar a presionar mucho para hacer una película o serie más sexy mediante el desnudo femenino: “me avergüenzo cada vez que veo una escena donde la mujer se desnuda, sabiendo que no era necesario, sólo para poner a cien a los espectadores”.
            El porno es una industria “increíblemente” próspera, y por eso Good aprecia muchísimo cuando los directores llegan al camino del éxito siguiendo la regla de “menos es más”; y no incluyen violencia o sexo de forma gratuita.  
            Lise Raven procura no cometer “esos errores”. Las mujeres, como parece evidente, para ella son más que un objeto sexual. Es cierto, admite, que si se ofrece un guión con una mujer sexy y desnuda, la película ganará más, por lo menos en cuanto a espectadores, pero está en contra de que se “venda” a la mujer.

Mirada de placer
           
            Leire Ituarte, profesora de la UPV/EHU, imparte actualmente la asignatura de Análisis fílmico, y cree que, debido a esta desigualdad, prevalece en nuestra sociedad una mirada masculina: “tenemos un punto de vista androcéntrico de las cosas y esto va en detrimento de la visibilidad de la mirada femenina, lógicamente”.
            En sus clases aborda el cine clásico, porque es un cine que está claramente moldeado por una visión falocéntrica -término desarrollado en 1927 y readaptado en la Segunda Guerra Mundial, que quiere expresar un modo de poder sexista basado en la desigualdad y la dominación de las mujeres por los hombres-, aclara. Explica que es un cine, en ese sentido, “muy desigual”, porque tanto el hombre como la mujer tienen roles muy marcados. Por ello, Ituarte intenta inculcar a sus alumnos un aprendizaje donde se codifiquen las diferencias de género y les permita identificarlas: las basadas en un paradigma del hombre como portador de la mirada (tanto el varón espectador como  protagonista) y de la mujer como sede de esa contemplación que está al “servicio” de gratificar ese placer masculino: “intento que mis alumnos sepan identificarlos para no caer en esa repetición”, dijo la profesora Ituarte.
           
            Quizás habría que plantearse el futuro de las mujeres. Brückner expone que todavía se sigue el modelo basado en el hombre trabajando y la mujer en casa (o por lo menos en el ámbito cinematográfico), pero prevé un buen porvenir: “se tardará en romper la norma, pero estoy convencido de que va a pasar bastante antes de lo que les gustaría a los tradicionalistas”. Para él, el mundo está en continuo cambio, y todas esas transformaciones se ven reflejadas en las películas.

    Good manifiesta: “me gustaría pensar que siempre habrá artistas, tanto hombres como mujeres, que tengan en cuenta cómo reflejan a la mujer en sus obras”. Ella espera que los artistas y los estudios se den cuenta de que tienen una responsabilidad, que es la de lanzar mensajes con sus obras en las que muestren lo sano o insano que pueden llegar a ser estas diferencias. Tiene expectativas de que el éxito de las mujeres abra más oportunidades en el mundo de la producción de tal manera que se cree un estudio cinematográfico donde no se explote a las féminas.  
            Ituarte también guarda esperanzas. Constata que las mujeres se han ido incorporando al ámbito de la realización cinematográfica, especialmente desde los años 90, y aunque es verdad que muchas de ellas han “saltado a la palestra” de la realización de la mano de hombres (como correalizadoras, coguionistas, etc.), otras tantas se han ido haciendo un hueco hasta crear su “propio mercadito” y su propia trayectoria. 
            Concretamente, el caso español es “muy sangrante”, porque tiene un contexto histórico marcado por cuarenta años de dictadura franquista y monopolio doctrinal católico que ha provocado que, aunque había alguna mujer que resaltaba, como Josefina Molina, este mercado haya estado “clarísimamente copado” por los hombres, explica Ituarte.
            A pesar de eso, ella quiere pensar (y piensa) que poco a poco cada vez más mujeres se están incorporando a ese mercado: “la cosa va lenta, pero va, que no es poco”.
           
             Quizás así, en un futuro próximo, veamos a tantas mujeres directoras como hombres, y los roles de las protagonistas se basarán en algo más que en su atractivo. Por lo menos, parece que se están tomando medidas. El propio estudio lo demostró en su día y lo sigue demostrando: “CIMA reúne en este momento a 250 mujeres profesionales de todos los campos del medio audiovisual […] lo que significa que esta asociación recoge el punto de vista y los intereses de una amplísima gama de sectores unidos por la motivación común de fomentar la presencia de mujeres en la creación, dirección e industria del mundo del cine y la televisión”. Será que algo está cambiando para las mujeres, y el punto de vista androcéntrico empieza a quebrarse.



Enlaces de interés: 

Trailer de Los caballeros las prefieren rubias
Escena de Frank Brückner 
Escenas de Kinderwald
Lise Raven en una entrevista



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